martes, 22 de noviembre de 2011

Inexplicable


Estupendo
Ver a través del cielo
Más que nubes

Todavía


Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí

Cuando salió, los demás todavía entraban
Cuando calló, los pájaros todavía cantaban
Cuando regresó, su mascota todavía lo buscaba

El gato negro



El autor piensa que al contar lo que le ha sucedido nadie le creerá. Cuenta que ha sido cariñoso toda su vida y que tiene un especial cariño hacia los animales. A su esposa también le gustaban los animales y tenían muchos en casa. Entre ellos, un gato negro llamado Plutón. Era su acompañante, lo seguía siempre. Por el alcohol, el autor se volvió una persona de mal carácter y violento con su esposa, los animales y luego incluso con Plutón.

Un día, Plutón asustado lo mordió suavemente. Él, embriagado, le sacó un ojo. Al despertarse al día siguiente sentía débilmente horror y remordimiento. Tomó vino para olvidar. Se apoderó de él un sentimiento de maldad, de hacer mal por el mal mismo, ya que el gato le tenía miedo y ya no lo quería. Lo colgó de un árbol y lo ahorcó, triste por los recuerdos de cuando eran unidos. Esa noche se incendió su casa y sólo lograron salvarse su esposa, un sirviente y él. También una pared resistió. En ella se pudo ver grabada la imagen de un gato con una soga alrededor del cuello. Encontró una explicación para el suceso. Su conciencia no estaba tranquila. Comenzó a buscar un gato parecido a Plutón para ocupar su lugar.

Una noche, tomando en una taberna, encontró a un gato igual a Plutón, pero este tenía una mancha blanca en el pecho. Lo acarició y al animal le gustó. Quiso comprarlo a la taberna, pero afirmaron no saber de la existencia de dicho gato. Acarició al animal mientras este lo acompañaba a casa. Al llegar, se acostumbró rápido y su mujer estuvo encantada. El cariño del gato le disgustaba y llegó a odiarlo. Lo miraba mal, huía del animal. Aumentó su odio el descubrir que el gato era tuerto. El cariño de la nueva mascota hacia él aumentaba mientras su odio también lo hacía. No le hacía nada al animal por el recuerdo de su primer crimen y porque le tenía temor. Le tenía miedo a la imagen del patíbulo que formaba la mancha blanca de su pecho. Le producía gran angustia. Tenía pesadillas, tenía al gato siempre con él. Llegó a aborrecer todo lo que lo rodeaba y su mujer comenzó a sufrir las consecuencias de su cólera.

Un día el gato lo siguió al sótano y casi lo hace caer por las escaleras. Su mujer paró el golpe que le hubiera dado con un hacha al olvidar el temor. En vez de matar al gato, le hundió el hacha a su mujer en la cabeza. Para ocultar el cadáver de su esposa, fue fácil sacar los ladrillos en una parte del sótano y tapar el agujero luego de introducirlo sin dejar rastros. Estaba decidido a matar al gato por ser la causa de lo ocurrido, pero este había huido. El animal no apareció esa noche y él pudo dormir bien. Pasaron tres días y no aparecía. Se hicieron averiguaciones, pero no se descubrió nada. Él estaba tranquilo y feliz. Acompañó tranquilamente a unos policías que inspeccionaron su casa. Ellos no hallaron nada. Cuando ya se iban, comentó a los oficiales sobre la solidez de las paredes de su casa. Golpeó con un bastón la parte de la pared donde se encontraba el cadáver. Inmediatamente se escuchó un largo, agudo y continuo alarido. Atemorizados, derribaron la pared y cayó el cadáver con el gato sobre su cabeza.

Misteriosa desaparición



Hace un buen tiempo en el distrito de Miraflores, en la calle 28 de julio, vivía un joven escritor de 23 años. En el segundo piso de su casa él tenía su estudio. Todas las noches aprovechaba la tranquilidad y el silencio para escribir cuentos a demás de ir a la universidad. Un día mientras escribía, un gato comenzó a maullar en la azotea que estaba colindante a su casa. Maullaba y maullaba. El joven se distraía porque el ruido lo fastidiaba. Abrió la ventana e intentó ahuyentarlo con gritos, pero el animal seguía maullando. Desesperado por terminar su trabajo, después de casi una hora peleándose con el gato, cogió un pisa papel que le había regalado su abuelo y se lo tiró como una piedra. El objeto calló con un ruido estruendoso y se acabaron los maullidos. Así pudo terminar su trabajo. “Mañana lo recojo”, dijo antes de quedarse dormido. Al día siguiente tocó la puerta de la vecina y le conto lo sucedido. Le dijo que había tirado el objeto significativo que le había regalado su abuelo. La vecina lo dejó pasar para que busque su objeto, que para la vecina no valía nada, pero para el sí. Estuvo una, dos y hasta tres horas buscando y no encontró ni el pisa papel ni al gato. La vecina lo ayudó, le preguntó los detalles del acto que había realizado la noche anterior y el chico se las respondió. La vecina le dijo que espere a que vayan a limpiar su casa.

Diez años después, el joven trabajaba como periodista en la ciudad de París en Francia. Él tenía muchas aficiones, una de ellas era visitar tiendas de antigüedades. Estaba paseando un domingo en París e ingresó a una de esas tiendas. El vendedor era un señor viejo de pelo blanco. Lo invitó a que pase, le convenía hacerlo porque le iba a comprar. Estaba mirando por aquí y por allá cuando de pronto se quedó perplejo mirando uno de los estantes. Era su pisa papel. Le preguntó al vendedor: “Qué hace esto aquí” y el vendedor le respondió: “Usted lo tiró”. 

Semana de reconocimiento



En el primer piso del pabellón G de la Universidad de Lima se encuentra una exposición que cuenta con fotografías que han tomado los alumnos que estudian comunicación. El evento Comunicarte se hace en una semana dedicada a la facultad de comunicación para que estos alumnos puedan mostrar lo que han hecho. Por un lado, se exponen imágenes de la revista Nexos y por el otro una muestra de fotografías. En la primera, están publicadas bastantes fotos en las que se pueden ver diferentes personajes en distintas situaciones. Debajo de cada uno de estos trabajos, en un papel blanco, se menciona la situación en la que fue capturada y en letra negrita tiene el nombre que cada alumno le ha asignado a su foto. En la muestra de fotografías se expone imágenes que han tomado los alumnos en su curso de fotografía básica. Más que nada se aprecian retratos.

Me gustó mucho la muestra de fotografías ya que el juego de luces de todas las imágenes que se muestran me pareció muy atractivo y profesional. Lo que más me impactó fue una imagen que se encuentra en la zona de las fotografías de la revista Nexos. Fue capturada en la fiesta del niño trabajador en la selva. Es una niña de tez oscura cuyo rostro se refleja en un espejo roto. Ella aparenta tener un lápiz labial en la mano y parece estar a punto de pintarse los labios con el mismo. Lo que más llamó mi atención fue el título que el alumno ha puesto a su trabajo: “Crecer a la fuerza”. Esto expresa la realidad del Perú ya que los niños son obligados por su situación económica a trabajar y crecer  antes de tiempo.

El éxito no necesitó de la batuta



La interpretación de “Bolero” del autor Maurice Ravel que se fue mostrada por el profesor en clase, es llevada a cabo por Christoph Eschenbach Orchestre de Paris. Esta Filarmónica, compuesta por ochenta a cien personas aproximadamente consta de una variedad tremenda de instrumentos, podrían ser casi todos los existentes. Esta sinfonía comienza con el bajo y lento sonido de una tarola redoblante luego de que el director marque el inicio con un gesto que consiste en levantar las cejas. Es de esa manera como indica la entrada de cada instrumento. Ya sea utilizado individualmente o por un grupo de personas, los miembros de la filarmónica, hacen sonar los diferentes instrumentos a lo largo de esta sinfonía. Esta va sonando más fuerte y el ritmo aumenta a la vez que los instrumentos se van sumando, tales como la flauta traversa, el clarinete, la tuba, el violín tocado como guitarra, el bajo, el chelo, la trompeta, el saxo, el cono, el violín, el trombón, el arpa. Mientras cada uno de estos tiene su turno de hacer la melodía, los demás tocan en el fondo. Hay un momento largo en que muchos violines tocan la melodía, mientras los demás siguen con el fondo.  En el momento en que esta melodía repetitiva ha sido cortada y la música está en su máximo volumen, de sonido y de masa, en que todos los instrumentos suenan a la vez y tocan lo mismo, el director, por primera vez a lo largo de la sinfonía, usa la batuta para marcar el fin. Luego de un breve completo silencio, siguen fuertes aplausos. Uno se pone de pie, avanza y agacha la cabeza. Al regresar a su lugar, los demás se paran y los aplausos se escuchan más fuerte. El director, desde el centro, asienta con la cabeza y se va, caminando entre los músicos.

Entre las plumas


Recién se habían casado. Ella era una mujer soñadora y él era duro. Ella lo esperaba cada día en la casa grande en la que vivían. Alicia estuvo enferma por mucho tiempo.

Un día que Jordán le hizo cariño en el jardín, ella se puso a llorar. No pudo levantarse de nuevo a partir de ese momento, se debilitaba más cada día, Jordán no entendía qué pasaba. Comenzó a alucinar y una noche exclamó el nombre de su esposo. Cuando él fue donde ella, Alicia gritó nuevamente. Afirmó haber visto un antropoide que la miraba fijamente desde la alfombra. Médicos fueron a verla inútilmente. Jordán estaba furioso y Alicia cada vez peor, débil, sin hablar y perdía sangre. Perdió el conocimiento y por fin murió. La sirvienta encontró manchas que parecían de sangre en el almohadón. Jordán lo cortó y entre las plumas encontró un animal muy feo que había estado chupando la sangre de Alicia en las noches y en cinco días la había matado.